La serie de autorretratos de Clarena Flórez nos sumerge en un diálogo introspectivo con la muerte y la pasividad, encapsulando al sujeto —la artista misma— en un estado post mortem. Estas imágenes se convierten en una representación visual de los nudos y las negaciones que atraviesan el proceso creativo: bloqueos internos, incertidumbres y rechazos que son, paradójicamente, parte esencial de la exploración artística.

En cada fotografía, Clarena se presenta como una figura etérea, suspendida entre la vida y la muerte, inmóvil pero cargada de significado. Los nudos, presentes de forma literal o metafórica, son símbolos de las ataduras personales y creativas que enfrentó, mientras que las raíces emergen como un vínculo con sus gustos, pasiones y un retorno a lo esencial de su ser.

El uso del color y la textura evoca una estética introspectiva y poética, creando una conexión íntima entre la artista y el espectador. En este trabajo, Clarena Flórez transforma el acto del autorretrato en un espacio de reconciliación con la finitud, revelando cómo, incluso en la inmovilidad, puede haber descubrimiento y creación.